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EN RECUERDO DE SAMUEL

Hoy hace un año la violencia nos despertó a la realidad.


Hoy, hace un año, la muerte de Samuel nos recordaba cual es el lugar que algunos nos reservan, el espacio en la sociedad que quieren para nosotres.


Hoy, hace un año, entramos en shock ante la crueldad, ante una manada rabiosa que persiguió y golpeo a alguien solo por amar, solo por ser, solo porque no era como ellos.


Hoy, hace un año, mataron a Samuel entre patadas, gritos, insultos y burlas.


Hoy, hace un año, moríamos todes un poco, porque el miedo, porque el terror, mata, porque el miedo es la pequeña muerte, diaria, reiterada, que nos conduce al armario, a la muerte civil, a la desaparición.


Hoy, estamos aquí para recordar a Samuel Luiz. Samu llegó a España con apenas un año, desde Brasil. Vivió toda su vida aquí. Estudiaba para ser protésico dental. Nunca se había avergonzado de su orientación sexual y plantó cara a sus asesinos, no se ocultó, no negó su identidad. Y fue por eso, precisamente, por lo que una turba asesina le golpeó y le persiguió hasta matarle, hasta tratar de callar el orgullo, hasta tratar de negar todas nuestras identidades, hasta matarnos en el armario otra vez a todos.


Y es que tenemos que tener claro que el odio hacia nuestro colectivo tiene como objetivo central matarnos civilmente. Hacernos desaparecer, de la escena publica. Asesinar nuestros derechos y avances. Eliminar sin piedad la educación que hable de nosotres.

Alimentar turbas enfurecidas en las redes sociales que, con el insulto, nos lleven al suicidio, son asesinen socialmente, como pasa
con las personas trans.


El odio, los delitos de odio, provocados por los discursos de odio quieren que no existamos, quieren que señalemos al débil, al vulnerable, a la minoría, a las mujeres, a los gitanos, a los inmigrantes, a los musulmanes, a las personas trans, a todas aquellas personas que son “los
otros”, que son el objetivo ideal del odio, de la violencia, del rencor y de la rabia, porque no pueden defenderse, porque piensan que solo podemos correr, huir de ellos, que siempre son mas, que son muchos, una turba de cobardes que quieren que tengamos tanto miedo, tanto odio y tanta rabia como ellos. Porque si hay una sola cosa que quieren, es que seamos como ellos, que tengamos tanto miedo y tanto odio como ellos.


El 25 de junio de este año, en Oslo, un enfermo de odio abrió fuego en un bar LGTBI+ y mató a dos personas. Lo hizo por su odio. Lo hizo para generar mas miedo y mas odio. Lo hizo para que nos ocultásemos. Y aunque la policía recomendó suspender el orgullo de Oslo, el colectivo LGTBI+ dio una lección, saliendo sin miedo, con orgullo, por las calles, exigiendo, reivindicando, visibilizando. Como dijo el primer ministro de Noruega, Jonas Gahr Støre: «jamás permitiremos que nos amenacen o nos atemoricen, o que nos obliguen a renunciar a nuestros valores”.


Hoy, aquí, estamos reunidos, con tristeza, pero también con rabia, por Samuel, por Oslo, por la discoteca Pulse de Orlando, por todas las encarceladas, por todas las acosadas en las redes sociales, por todas las personas trans, que luchan contra el odio para que se reconozca quienes son, por los vagos y maleantes, por los peligrosos sociales, por los gitanos, por las personas seropositivas, por las migrantes, por las personas musulmanas, por las mujeres maltratadas, por las discapacitadas, por las racializadas, por todas aquellas personas víctimas del odio, de la persecución, del señalamiento, del estigma, de la pobreza, de la marginación, de la vulnerabilidad, de todas aquellas que no salen en la televisión ni en los programas, de todas aquellas que no pueden defenderse. De todas aquellas que son blanco fácil del odio, para alimentar mas odio, por parte de gente podrida por el odio.


Hoy, aquí, hablamos desde la rabia con la injusticia, desde la rabía contra la discriminacion, desde la rabia contra el odio, desde la rabia contra la opresión y el estigma y el señalamiento. No debemos nunca olvidar la rabia. Pero no somos como ellos. No somos odio, discriminación, rencor, no creemos en el castigo como soluciones.


Creemos en la dignidad. Creemos en la visibilidad. Creemos en el orgullo. Creemos en la valentía.


Creemos en nuestro ejemplo. Creemos en la alianza con todos los vulnerables. Creemos en la alianza con el feminismo. Creemos en sumar a la sociedad hacia una sociedad mas diversa, valiente, unida y rica.


No somos odio. No somos miedo. Y nunca lo seremos, por Samuel, por Oslo, por Barcelona, por Stonewall por todas las vulnerables perseguidas y humilladas.


NO VAMOS A SER COMO VOSOTRAS. Vamos a amar con alegría, con visibilidad. Con rabia por la injusticia y lucha por los derechos, pero nunca con el odio o el rencor que quieren inocularnos.


Samu, no te olvidamos. Tu ejemplo nos va a acompañar para no rendirnos jamás en esta lucha, para darnos fuerzas, para luchar y pelear, para lograr que, al final, quienes tengan que ocultar su odio mezquino y pequeño, quienes están muertos socialmente, sean ellos.

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